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Trabajadores del campo en Baja California protestan en contra de los abusos laborales

“Ya es hora de levantarnos… Hay personas que piensan que porque venimos de los pueblos ignoramos nuestros derechos.”

Ana López, trabajadora del campo de San Quintín

 

El 17 de marzo, alrededor de 50,000 trabajadores del valle de San Quintín—entre ellos muchos migrantes indígenas del sur de México—iniciaron una huelga durante la temporada alta de la cosecha invernal, alimentando así un movimiento por la justicia laboral que se ha desplegado ya en ambos lados de la frontera México-Estados Unidos.

 

Las protestas surgen en una de las regiones claves para la exportación mexicana. Los ranchos del valle de San Quintín, muchos de los cuales pertenecen a o están afiliados con compañías transnacionales estadounidenses, exportan millones de toneladas de productos agrícolas a los Estados Unidos cada año. Los jornaleros que trabajan en estos mega ranchos denunciaron las condiciones laborales que enfrentan—incluyendo sueldos tan bajos como $100 pesos diarios, largas jornadas de trabajo de hasta 16 horas sin pago de tiempo extra y otras violaciones como el robo de salarios y el acoso sexual—condiciones laborales parecidas a la esclavitud. Las y los trabajadores también exigieron beneficios de seguridad social y otras prestaciones laborales tal y como lo indica la ley.

 

La huelga, la primera en Baja California en varias décadas, fue inspirada e informada por movimientos de trabajadores agrícolas en los Estados Unidos. Muchos de los recolectores de San Quintín aplicaron lecciones de sus experiencias como migrantes transnacionales en los campos de los Estados Unidos, “donde muchos vieron de primera mano los avances lentos pero consistentes en las condiciones laborales que resultaron de movimientos de trabajadores organizados,” reportó Los Angeles Times. A la vez, durante algunas entrevistas los líderes de la huelga describieron las estrategias organizativas que aprendieron a través de su participación en sindicatos estadounidenses, incluyendo a la Coalición de Trabajadores de Immokalee y United Farm Workers (UFW).

 

Además de las huelgas, las y los jornaleros cerraron 55 millas de la Carretera Trans-Peninsular, utilizada por muchos agricultores para transportar productos agrícolas desde el norte de San Quintín. Las protestas llevaron a la brutalidad policial y provocaron detenciones ilegales, de las cuales la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en México ya investiga.

 

El 27 de marzo, líderes de la huelga se reunieron con un abogado representante de agricultores locales, quienes ofrecieron a los trabajadores un aumento de sueldo del 15%. Los líderes laborales, quienes buscan un salario de 200 pesos diarios (aproximadamente $13 USD), rechazaron la propuesta.

 

La mayoría de los jornaleros en huelga volvieron a los campos para fines de marzo y el Gobernador de Baja California, Francisco Vega de Lamadrid declaró que la disputa laboral se había resuelto. Sin embargo, 19 jornaleros seguían detenidos—entre ellos 9 menores de edad—y cientos de trabajadores se habían sumado a una caravana de 10 camiones para apoyar el movimiento por la justicia laboral a lo largo de Baja California.

 

Al fin de cuentas, la visibilidad de las protestas, las cuales han atraído mucha atención de los medios tanto en los Estados Unidos como en México, es un indicador del potencial de los esfuerzos de solidaridad transfronterizos para el fortalecimiento de los derechos laborales. Una investigación reciente de Los Angeles Times sobre las condiciones en mega ranchos mexicanos reveló que los trabajadores migrantes en ambos lados de la frontera viven abusos parecidos, desde el fraude en el reclutamiento laboral hasta las listas negras y otros tipos de represalias en contra de las y los defensores. Estas experiencias compartidas de explotación han animado acciones recientes de solidaridad binacional, incluyendo una nueva alianza con el UFW y movilizaciones en California organizadas por el Frente Indígena de Organizaciones Binacionales (FIOB).

 

El 4 de abril, miembros y aliados del FIOB se reunieron afuera de las oficinas de Driscoll’s en Oxnard, California. Driscoll’s vende fresas cosechadas por trabajadores de BerryMex en San Quintín en los Estados Unidos. Con gritos de “San Quintín, aguanta, Oaxacalifornia se levanta,” trabajadores migrantes en los Estados Unidos sumaron sus voces al llamado por sueldos y condiciones laborales justos en San Quintín.

 

Foto: https://www.flickr.com/photos/breadfortheworld/7006123521/